Una mujer murió durante la madrugada del sábado en la ciudad de Tesalónica, en el norte de Grecia, al explotarle en las manos una bomba que llevaba consigo, según informó la policía.

Al parecer, la mujer, de 38 años, llevaba la bomba para colocarla en el exterior de un banco cercano sobre las 05:00 a.m., según la policía.

Varios escaparates y vehículos resultaron dañados por la explosión.

La policía dijo que la mujer, a la que no identificó públicamente, tenía antecedentes penales relacionados con drogas y prostitución y había estado implicada en robos en el pasado. La división de delincuencia organizada de la policía griega estaba investigando el incidente, mientras que las autoridades analizaban también si la mujer podía tener vínculos con grupos de extrema izquierda.

La explosión había llevado al ministro de Protección Ciudadana, Michalis Chrisochoidis, a advertir de la aparición de una nueva generación de extremistas nacionales.

En abril, un nuevo grupo autodenominado Lucha de Clases Revolucionaria reivindicó la explosión de una bomba en el centro de Atenas, cerca de las oficinas de Hellenic Train, el principal operador de servicios ferroviarios de Grecia, y la colocación de otra bomba cerca del Ministerio de Trabajo a principios de febrero.

La explosión cerca de las oficinas del tren causó daños limitados en el edificio y no hubo heridos. Fue precedida por una llamada anónima a los medios de comunicación locales, 40 minutos antes de la explosión, en la que se alertaba del artefacto, lo que llevó a la policía a evacuar y acordonar la zona.

El grupo que reivindicó el atentado aseguró que formaba parte de una lucha armada contra el Estado.

El atentado en las oficinas de trenes se produjo poco después del segundo aniversario de la peor catástrofe ferroviaria de Grecia, en la que murieron 57 personas y decenas más resultaron heridas al ponerse accidentalmente en la misma vía un tren de mercancías y otro de pasajeros que iban en direcciones opuestas.

El accidente mortal desató la indignación generalizada y puso de manifiesto graves deficiencias en el sistema ferroviario griego, incluidos los sistemas de seguridad. Algunos familiares de las víctimas protagonizaron protestas masivas contra el Gobierno conservador del país con motivo del segundo aniversario del accidente.